sábado, 4 de mayo de 2013

Cantagallo


 
 
Canatagallo es un asentamiento urbano ubicado en el distrito del Rímac, a tan solo cuadras del Congreso, se ubica una creciente comunidad de familias shipibas, instaladas de manera forzosa en un suelo contaminado de basura que da indicios de su pasado como vertedero, ubicados entre el río Rímac y un pequeño mercado llamado “Las Malvinas de Cantagallo” son un ejemplo vivo de los procesos de intercambio y choque cultural, así como la gran resistencia que aparecen en los procesos de inclusión social en Lima.









Desde el momento que ingresamos pudimos observar la identidad con el espacio  y la apropiación del mismo dentro de la comunidad de Cantagallo  sobre todo con la simbología cultural. Las casas tienen una estética y construcción muy propia de la amazonia y además muchas de ellas estaban pintadas y decoradas con murales alusivos a sus símbolos culturales. Esta es una forma de no separarse ni desligarse de su espacio cultural, ellos lo acoplan a la cultura occidentalista en la que se encuentran.


La experiencia de visitar Cantagallo fue muy enriquecedora. Pudimos observar de cerca cómo se desarrolla la vida de los nativos dentro de una comunidad muy cercana a la nuestra. A pesar de convivir casi en el mismo sitio ellos mantienen sus costumbres y su cultura muy presentes, no han cambiado en lo absoluto, más bien la han adecuado al espacio en el que habitan.
 
 
 

 

 
















Las formas y colores que habitan en esta comunidad si bien es cierto parecen generar una sensación de caos, la gente que lo habita demuestra lo contrario, las actitudes amigables y acogedoras solo es un pequeño ejemplo de ello, ya que incluso han sido capaces de poder crear una propia escuela y el comercio se manifiesta mediante algunas bodegas que lo habitan.
 
Los elementos de formas y colores a pesar de que aparentemente pasan a contraponerse a los ideales de rectitud, linealidad y aplanamiento que existen en las calles a las que estamos acostumbrados, de cierto modo deconstruyen nuestra mirada de lo que tenemos por establecido como el orden. Si bien es cierto estas personas viven en desniveles, el orden que son capaces de mantener es sin lugar a dudas superior a muchos otros lugares de Lima, como por ejemplo, tan solo cruzando el río, en el barrio de la Huerta Perdida.
Por otra parte, conocimos a dos mujeres shipibas: Vilma y Bertha. Ambas mujeres nos contaron sus experiencias de vida, de cómo al llegar a la capital buscaron sus propios medios para sobrevivir y salir adelante con sus familias. Lo curioso fue ver como su cultura misma fue protagonista de su propio progreso. Ellas usan parte de su cultura como los telares para obtener un ingreso económico. Hacen también collares y pulseras con diseños propios. Bertha es mucho más osada aun y con sus estudios de corte y confección ha llevado su cultura a la moda occidental con diseños de blusas, carteras y morrales, todos ellos productos occidentales. Y a su vez muestra cómo estas artistas son merecedoras de un espacio donde se les pueda reconocer su trabajo, donde se valore el arte que realizan todos los días. 
 
 

 

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